viernes, 20 de noviembre de 2015

Me voy pal´ barrio

Barrios, hay muchos: pequeños, grandes, sucios, limpios...
Pero estoy seguro, de que todos conocemos, el típico barrio moderno,  en el que a las nueve de la noche ya no se oye ningún coche, porque la mitad de las viviendas están desocupadas. O el típico barrio, en el que las aceras están negras, se oye mucha gente gritando, y por el cual suele pasar el coche de la policía con bastante frecuencia.
Pero no, mi barrio es diferente: no sé qué sería de mi barrio, si a las ocho de la mañana no se oyera la sirena del colegio de primaria; o cuando saliera a la terraza a ver qué día hace, no oliera el cocido que está haciendo la vecina de abajo. Pero una vez que sales a la calle, ves la misma rutina de siempre: la policía que corre hacia el ladrón; el ladrón que corre hacia la anciana; y la anciana que corre para coger el bus. Al medio día, parece que se calma un poco el barrio, pero cuando estás a punto de echarte la siesta, el típico amigo pesado, te llama al portero para ver si bajas a dar una vuelta o a jugar al fútbol. Una vez después de haber sudado la gota gorda, es obligatorio ir al quiosco a merendar y para beber algo, mientras te lo tomas sentado en un banco viendo como pasa la gente. Una vez cenado y duchado, toca irse a la cama temprano, si el próximo día hay clase, pero no sin antes escuchar la típica persiana con las cadenas del bar de abajo, porque ha llegado la hora de cerrar.


Pero mi barrio es así, y no me mudaría de casa por nada del mundo.

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