A lo largo del tiempo, una
trabajadora social, (casualmente con el poder de la inmortalidad) se da cuenta
que las respuestas que recibe de las familias que quieren adoptar un niño, son
muy diferentes a lo largo de los siglos. Por ejemplo:
Cuando ahora pregunta “¿Dónde os
conocisteis?” ahora contestan “Por Facebook” pero antes contestaban “en la
plaza del pueblo”. O cuando pregunta “¿Dónde os compráis la ropa?” unos
contestan “en Zara” pero otros contestaban “en el mercado del pueblo. O también
cuando preguntaba “¿Qué futuro queréis darle a vuestro hijo?” en el siglo XIX
contestaban “el oficio del padre” y en el siglo XXI contestan “lo que él
prefiera, pero nos gustaría que fuera funcionario”.
Y en cuanto a experiencias amorosas también
han cambiado mucho las cosas: cuando antes se mandaban poemas y cartas de amor;
ahora se mandan WhatsApp diciendo “te quiero“, sin más.
Pero no digo que un siglo sea mejor
que otro, sino que a mí también me gustaría tener el poder de la inmortalidad.